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¿Qué es el tecnoestrés?

La introducción de las tecnologías de la información y la comunicación ha traído consigo cambios significativos en la sociedad (Sánchez, 2007) y han hecho mejoras en la vida laboral, sin embargo, los cambios constantes en las TIC crean demandas sobre los individuos que podrían ser nuevas: Demandas de aprendizaje, o exigencias resultantes de cambios en la funcionalidad de las TIC (Ayyagari, Grover y Purvis 2011). Esas condiciones mucho más demandantes generan un mayor estrés en la vida laboral y estos cambios tecnológicos pueden generar implicaciones y consecuencias para la salud y el bienestar de los trabajadores.

Dentro de esas consecuencias se encuentra el Tecnoestrés, el cual fue acuñado por primera vez por el psiquiatra norteamericano Craig Brod en 1984 en su libro technostress: The Human Cost of the Computer Revolution. Él lo definió como una enfermedad de adaptación provocada por la falta de habilidades para tratar con las nuevas tecnologías de manera saludable (Días, Acosta, 2008). Prado de y Rodríguez (2004), en su obra “Tecnoestrés: el costo humano de la revolución de las computadoras lo definía como una nueva forma de enfermedad consecuencia de la incapacidad para enfrentar las nuevas tecnologías de un modo psicológicamente saludable”

En el ámbito laboral el tecnoestrés está determinado por las nuevas exigencias que las TIC crean, así como las exposiciones prolongadas a las nuevas tecnologías y la incapacidad para poder hacer frente de forma eficaz, a las altas demandas generadas por el uso de las tecnologías, así como a la falta de recursos personales. Diferentes estudios como los desarrollados por Salanova (2003, 2007), establecen que la tecnología por sí misma es neutra, es decir, que la tecnología no genera efectos negativos, ni positivos, sino que son las altas demandas y la falta de recursos, las que generan el estrés.

Paralelamente el escenario descrito, también se proyecta un amplio abanico de problematizaciones paralelas. “Cibercansancio”, “tecno-fobia”, “tecno-filia”, “tecno-adicción”, “tecno-ansiedad”, “habeas data”, “esquirolaje tecnológico”, “ciber-vigilancia”, “autodeterminación informativa”, “expectativas de confidencialidad”, o el propio “derecho de desconexión”.

Existen cuatro principales componentes de este estrés de acuerdo con Aranguez (2017):

Data Smog o síndrome de fatiga informativa. Internet es un sistema que constantemente se encuentra en funcionamiento, siendo considerado como el principal medio de información y de comunicación en todo el mundo. Sin embargo, el exceso de información recibida por parte de los trabajadores mediante la utilización de estos dispositivos electrónicos –correo electrónico, Internet, sistemas de geolocalización, redes sociales, teléfono móvil, etc.–, puede ocasionar situaciones generadoras de estrés en el trabajo, principalmente motivadas por la sobrecarga de información recibida tras la incorporación de las tecnologías en el mismo.

Multitasking Madness o locura multitarea. En ocasiones, los trabajadores pueden no ser capaces de adecuarse al ritmo de trabajo que el uso de las tecnologías requiere para el desarrollo de sus tareas dentro de la relación laboral. En este contexto, se pueden dar lugar a situaciones estresantes derivadas por la dificultad en mantener el ritmo que su puesto exige.

Computer Hassles o problemas informáticos. Las tecnologías de la información y de la comunicación pueden dar lugar a una mayor rapidez en el desempeño por parte del trabajador de su actividad laboral; sin embargo, también existen sistemas electrónicos caracterizados por su lentitud, por averías en el sistema, virus, informaciones fraudulentas, pérdida de ficheros, etc., que dan lugar a situaciones desesperantes para los trabajadores –principalmente para aquellos problemas que desencadenan pérdidas de datos, documentación o ficheros–.Esta situación origina que los trabajadores tengan que reorganizarse en su puesto con el objetivo de recuperar o repetir aquella información perdida por el uso de las tecnologías, lo cual, indiscutiblemente, provoca un cuadro de situaciones nuevas tecno-estresantes.

Burnout o síndrome de estar quemado. Esta sintomatología es una de las protagonistas inherentes al tecnoestrés. Fue denominada por vez primera en 1969 como staffburnout. Posteriormente en la década de los 70, se acuñó el término que conocemos hoy en día. En 1986, algunos psicólogos norteamericanos, definieron este estado como “un síndrome de cansancio emocional, despersonalización, y una menor realización personal, que se da en aquellos individuos que trabajan en contacto con clientes y usuarios”. Se considera por tanto la forma más importante de estrés laboral al producirse, por el proceso acumulativo del uso de las TIC, un agotamiento emocional de desgaste, fatiga, irritabilidad, y de respuestas negativas hacia uno mismo. Su incorporación al mundo laboral es de aplicación reciente.

En síntesis, los estudios en prevención de riesgos laborales subrayan una amplia gama de perjuicios inherentes al cambio tecnológico. De un lado, la digitalización que se inmiscuye en el mundo laboral de una forma mal canalizada para algunos, elevando los niveles de activación atencional y fisiológica (“tecno-ansiedad”), produciendo cansancio, agotamiento mental y cognitivo (“tecno-fatiga”), e incluso propiciando la compulsión de recibir estímulos conectivos sin solución de continuidad (“tecno-adicción”).

 
 
 

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